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Antes del verano se venía hablando de movimientos de fusión en el mundo bancario alimentados por la situación por la que atraviesa el sector, rumores que durante esta semana se elevaron. Tanto el BCE como el Banco de España presionaban y empujaban a que las entidades llevaran a cabo estas fusiones. Las razones son ganar tamaño para generar sinergias con las que ahorrar costes, reducir estructura física y de personal, afrontar el desafío de la digitalización, lo que incide en nuevas pautas de comportamiento de los usuarios bancarios además de la llegada de competidores a los que responder. Se unía un nuevo ingrediente, la ralentización económica que ya se dejaba notar antes de la llegada del virus, se ha visto agudizada con las restricciones físicas a los ciudadanos lo que extiende nubarrones que apuntan a un incremento de la morosidad para el sector. Todo un conjunto de causas que esbozaba una tormenta perfecta sobre el sector. Por ello, muchos veíamos el pistoletazo de salida para nuevas fusiones.