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Cuando irrumpió la pandemia, los chilenos apenas estaban asimilando que su país, el más estable de Latinoamérica, estuvo al borde del precipicio. De un día para otro, las masivas protestas, los saqueos y la violencia policial dieron paso a una ristra de infectados y muertos por la covid-19, con más de 330.000 contagios y cerca de 9.000 fallecidos hasta la fecha.