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Los Gobiernos deben cuidarse de no sacrificar los esfuerzos de descarbonización mundial en el altar de la prosperidad económica. Pero, al mismo tiempo, no deben desacelerar el crecimiento para lograr un mundo más limpio. Es mejor encontrar una manera de hacer ambas cosas. La crisis del Covid-19 ha puesto en primer plano dos temas que prevalecen en las actuales actitudes económicas hacia el calentamiento global.