A primera vista, puede parecer que las criptodivisas son un tema de moda en el mundo de las startups y los gigantes informáticos. Pero en Chile, como en muchos países del mundo, se está abriendo paso cada vez más en la agenda pública. Sobre todo por la creciente popularidad de los activos digitales y la falta de reglas claras del juego. Y ahora ni siquiera el Banco Central puede mantenerse al margen.
Durante un discurso ante la Comisión de Hacienda de la Cámara, Mario Marcel, Presidente del Banco Central de Chile, dijo: «Dado que estos activos existen en el país, hay una industria relevante y personas que los poseen, es dudoso que sea recomendable cambiar esta situación». Suena a un cauto «no lo toquemos todavía», ¿no?
Pero al mismo tiempo, el propio Marcel admite que la situación actual dista mucho de ser ideal. Sí, según la legislación chilena, las criptomonedas no se consideran dinero, divisas ni valores. Y no parece haber nada que impida a la gente utilizarlas de mutuo acuerdo como medio de pago o incluso como mercancía. Pero cada vez es más frecuente la pregunta:
¿No es hora de poner las cosas en orden?
¿Por qué las criptomonedas plantean tantas preguntas?
Las criptomonedas, ya sean Bitcoin, Ethereum o tokens menos conocidos, son activos virtuales que funcionan con tecnología blockchain. No tienen un emisor central, pero sí una enorme audiencia de usuarios, una infraestructura en rápido crecimiento y una gran volatilidad.
Sólo el año pasado, el tipo de cambio del Bitcoin subió más de un 1000%. ¿Tentador? Sin duda. Pero eso conlleva amenazas, desde la evasión fiscal al blanqueo de dinero. Y a falta de regulación, los organismos públicos pierden el control, y eso es exactamente lo que preocupa al Banco Central.
Marcel lo señaló sin rodeos: la falta de regulación dificulta el control de los riesgos. La introducción de regulación, en su opinión, podría:
- Crear un registro de participantes en el mercado de criptomonedas;
- Aumentar la transparencia de las transacciones;
- Proteger a los consumidores de prácticas desleales;
- Prevenir el blanqueo de dinero;
Dificultar la financiación del terrorismo.
Sin embargo, la regulación no es sólo un control, sino también una trampa potencial. Como señala el jefe del Banco Central, la introducción de marcos puede crear una «falsa sensación de seguridad» entre los ciudadanos. Si está regulado, entonces todo es seguro.
Pero las criptomonedas siguen siendo activos de alto riesgo. El mercado es inestable, los precios dependen de las noticias y del sentimiento en las redes sociales, y las tramas fraudulentas no han desaparecido. Y aquí viene la pregunta: ¿cómo hacer que la regulación sea inteligente, no formal?
¿Qué piensan otros países?
En la práctica mundial, las opiniones difieren. Algunos países (como El Salvador) están haciendo de las criptomonedas parte de su estrategia gubernamental. Otros, como China, por el contrario, imponen prohibiciones estrictas. Los bancos centrales de Europa y EE.UU. debaten cómo equilibrar innovación y riesgo.
Y Chile parece estar encontrando su camino. Por un lado, hay que regular. Por otro, no se quiere reaccionar de forma exagerada y sofocar lo que podría convertirse en parte de la nueva economía.
¿Y ahora qué?
De momento, el Banco Central no ha presentado ninguna iniciativa concreta. Pero la propia discusión del tema a nivel del Gobernador ya es un paso. Lo más probable es que la siguiente etapa sea la consulta con otros reguladores financieros, el servicio tributario y, tal vez, representantes de la criptoindustria.
Mientras tanto, el mercado sigue su vida, los usuarios invierten, el Gobierno vigila. La única pregunta es: ¿cuánto durará este equilibrio? ¿Y no saldrá más caro el tiempo perdido que los hipotéticos errores regulatorios?